Psicología Social: percepción social, el yo y la atribución en la Universidad Del Atlántico Medio

Documento de la Universidad Del Atlántico Medio sobre Psicología Social. El Pdf, de nivel universitario y materia Psicología, explora el yo social, el autoconcepto, la autoestima, la percepción de las personas, la atribución, los sesgos y la discriminación.

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Psicología Social
UNIDAD 3. PERCEPCIÓN SOCIAL
Unidad 3. Percepción social
2
Carretera del Fondillo 4
Tafira Baja
35017 Las Palmas de Gran Canaria
828 019 019
Edificio Cajasiete
Avda. Manuel Hermoso Rojas 8
38003 Santa Cruz de Tenerife
828 019 019
ÍNDICE
1. Introducción 3
2. El yo social 4
2.1. El Autoconcepto 4
2.1.1. Mecanismos de construcción del yo social 5
2.2. La autoestima 9
2.3. Autopresentación 11
3. Percibiendo personas 12
3.1. La percepción social 13
3.2. Atribución 14
3.2.1. Sesgos de atribución 16
3.3. Impresiones 17
3.3.1. Sesgos de confirmación 18
4. Estereotipo, prejuicios y discriminación 19
4.1. Formas de rechazo 23
4.2. Otras consideraciones relevantes 26
5. Conclusión 29
6. Bibliografía 30

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UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO MEDIO

Psicología Social

UNIDAD 3. PERCEPCIÓN SOCIAL

Unidad 3. Percepción social

ÍNDICE

  1. Introducción
  2. El yo social
  3. El Autoconcepto
  4. Mecanismos de construcción del yo social
  5. La autoestima
  6. Autopresentación
  7. Percibiendo personas
  8. La percepción social
  9. Atribución
  10. Sesgos de atribución
  11. Impresiones
  12. Sesgos de confirmación
  13. Estereotipo, prejuicios y discriminación
  14. Formas de rechazo
  15. Otras consideraciones relevantes
  16. Conclusión
  17. Bibliografía

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Unidad 3. Percepción social

1. Introducción

La percepción se refiere a la sensación interior que resulta de una impresión material producida por los sentidos corporales (Real Academia Española, s.f., definición 2). En su vertiente social, la percepción que emerge en situaciones de interacción y que, por tanto, se dirige hacia las personas y su comportamiento.

Aunque inicialmente las investigaciones en este campo estuvieron centradas en la influencia que ejercen factores socioculturales en los procesos perceptivos, posteriormente han estado enfocadas también en los mecanismos psicológicos que intervienen en la percepción de personas, nuestro conocimiento acerca de ellas, en la formación de impresiones y los procesos de atribución.

La complejidad a nuestro entorno social implica el procesamiento de una gran cantidad de datos que recibimos del exterior, lo que nos empuja habitualmente a desarrollar estrategias que nos permitan simplificar la información percibida, centrándonos en determinados aspectos que entendemos relevantes. Como resultado nuestro conocimiento acerca del medio social queda estructurado en esquemas mentales que nos sirven, además de para comprender, para realizar predicciones sobre acontecimiento futuros.

En esta unidad abordaremos tres elementos fundamentales de la percepción social: cómo nos autopercibimos, definiendo aquellos elementos que intervienen en la construcción del yo social (autoconcepto, autoestima y autopresentación); cómo percibimos a otras personas, atendiendo a los elementos que median (y a menudo distorsionan) nuestro conocimiento sobre ellas y las interpretaciones sobre su comportamiento; y por último, y cómo percibimos a los miembros de grupos social, haciendo especial hincapié en la forma en que los estereotipos, los prejuicios y la discriminación influyen en nuestro comportamiento.

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2. El yo social

El yo entendido como la consciencia que de sí misma posee una persona, ha constituido un tema de especial relevancia en la psicología. Refiere la conciencia de la propia existencia y permite, entre otras cuestiones diferenciar entre yo y otros. Se considera, pues, el núcleo de elementos trascendentales a nivel individual como la personalidad o la identidad.

Sin dejar a un lado la contribución que prestan otro tipo de factores, su naturaleza es primordialmente aprendida en la medida en que emerge de la interacción entre la persona y el ambiente social. La idea de que el yo es producto de la interacción social es ampliamente aceptada, pues no surge de manera innata ni aparece en situaciones en que las personas permanecen totalmente asiladas. De ahí, que resulte adecuado de hablar del yo social.

Aunque en muchas ocasiones se alude a su carácter persistente y, de hecho, muchos de sus elementos se mantienen estables a lo largo del tiempo, lo cierto es que el yo social se desarrolla a lo largo de la vida. Esto es, puede experimentar cambios sustanciales. Aquí, confluyen los mecanismos psicológicos que proporcionan identidad propia a nuestro yo social: autoconcepto, autoestima y autopresentación. Constructos que refieren los componentes cognitivo, afectivo y conductual, respectivamente, de la manera en la que nos autopercibimos en contextos de interacción social.

2.1. El Autoconcepto

En un primer acercamiento, podríamos definir el autoconcepto como la percepción que las personas tenemos sobre nosotras mismas. Es lo que creemos que somos. Se constituye a partir de creencias básicas acerca de nuestra persona. Y como bien decían Ortega y Gasset, las creencias, más que tenerlas, las somos. Estas creencias básicas, denominadas también autoesquemas, se articulan en torno a elementos a los que

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atribuimos valor e influyen poderosamente en la forma en que pensamos, sentimos y actuamos.

Como elemento constitutivo del yo, el autoconcepto se construye en interacción con otras personas y se desarrolla a lo largo de la vida, si bien posee una estructura ordenada jerárquicamente, en la que las dimensiones más generales son más estables que las dimensiones específicas.

El autoconcepto se conforma por atributos a los que, de alguna forma, concedemos importancia. Esto supone que, a título individual, no todas las personas otorguen relevancia a las mismas cuestiones cuando se autodefinen. En este sentido, Markus et al. (1987) diferenciaron entre elementos esquemáticos y no esquemáticos, en función de la significación que poseen o no para la concepción que tienen las personas de sí mismas. Constituye, por tanto, un elemento estructurado y organizado en categorías esquemáticas que poseen una significación subjetiva para la persona.

Tal y como señalan Ibarra y Jacobo (2018), el autoconcepto posee un carácter complejo en la medida en que se trata de un sistema dinámico y flexible, que emerge como resultado de la interacción entre mecanismos cognitivos tales como las autopercepciones, la experiencia o las interpretaciones subjetivas, y la retroalimentación proporcionada por otras personas. En efecto, la manera en que se construye el autoconcepto tiene que ver con la forma en la que se procesa la información relevante que recibimos a partir de procesos de interacción.

2.1.1. Mecanismos de construcción del yo social

Autopercepción.

Un planteamiento ampliamente aceptado es que el autoconcepto constituye el núcleo de la personalidad y se nutre de la manera en que nos autodefinimos en términos de rasgos cognitivos, emocionales y conductuales.

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Es muy popular la idea de que el grado en que una persona se conoce a sí misma, va en función de la medida en que se dedica a la actividad introspectiva. Independientemente de reconocer su utilidad, lo cierto es que la introspección como vía para el autoconocimiento es, a menudo, sobrevalorada. De hecho, las investigaciones en este ámbito sugieren que pensar y analizar en exceso puede repercutir negativamente en el autoconocimiento.

Otra forma de proporcionar contenido a nuestro autoconcepto fue descrita por Bem (1972) en su Teoría de la autopercepción. En ella se establece que ante las dificultades que entraña explicar las causas o correlaciones de nuestro comportamiento, una manera de hacerlo estriba en inferir nuestros pensamientos y emociones mediante la observación de nuestro comportamiento cuando la situación en la que se produce no nos facilita elementos causantes del mismo.

A partir de esta teoría, Goldstein y Cialdini (2007) demostraron que, en ocasiones, nuestra autopercepción está mediatiza por la observación del comportamiento de otras personas respecto a las que sentimos identificación, un fenómeno que denominaron autopercepción indirecta. Sin embargo, basar nuestra autopercepción en conductas observables, ya sean propias o ajenas, implica asumir que muy probablemente no haya diferencia en cómo nos autopercibimos y cómo nos perciben otros. Incluso, encierra que otras personas pueden conocernos mejor que nosotras mismas.

Para resolver esta cuestión Vazire (2010) propuso el Modelo se asimetría de conocimiento otro-yo (SOKA) en el que se integraba el conjunto de perspectivas anteriores sobre como aflora la autopercepción a nivel cognitivo. Mediante sus investigaciones demostró que cuando se trata de elementos internos difícilmente observables, las personas suelen conocerse mejor que lo que las conocen los demás, mientras que cuando se trata de elemento externos y observables, la tendencia es justamente la contraria. Además, identificó lo que se denominan puntos ciegos, elementos que comprometen notablemente la autoestima para los que las demás personas suelen proporcionar una información más objetiva que la que emplearíamos para autodescribirnos.

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Unidad 3. Percepción social

A nivel emocional, las principales fuentes de autopercepción son las expresiones faciales y gestuales (por ejemplo, la postura corporal). Ambos elementos proporcionan una retroalimentación que influye en nuestra experiencia emocional subjetiva. De este modo, la autopercepción de nuestra expresión espontánea nos proporciona información acerca de nuestro estado emocional, pero también las modificaciones intencionadas (inducidas) de nuestras expresiones pueden favorecer determinados estados emocionales.

En numerosas ocasiones, también tratamos de predecir cómo nos sentiríamos en acontecimientos futuros. Este proceso de denomina pronóstico afectivo y suele estar influenciado por sesgo por impacto, la tendencia a sobreestimar la intensidad y la duración de sus reacciones emocionales. Este sesgo opera ante las dificultades para tener una visión integral del acontecimiento e infravalorando como nuestros mecanismos psicológicos nos permiten amortiguar el choque emocional.

En términos de motivación, nuestra autopercepción puede estar influencia por el efecto de justificación en exceso. Se trata tendencia donde el interés ante la realización de determinadas actividades (motivación intrínseca) se ve reducido cuando se estas asocian a elementos extrínsecos, como las recompensas.

Influencia social y cultural

Como ya hemos mencionado, las demás personas contribuyen a la construcción de nuestro autoconcepto. La autodescripción que una persona realiza sobre ella misma está potentemente mediatizada por elementos del ambiente social. Worchel et al. (2009) señalan que la influencia de otras personas en la construcción del autoconcepto es tal que refleja la percepción de lo que creemos que piensan de nosotros, un proceso denominado valoración reflejada.

Otro proceso cognitivo básico que aquí opera es descrito por la Teoría de la comparación social (Festinguer, 1954). En ella que se establece que las personas realizamos autoevaluaciones de nuestros atributos (opiniones, capacidades ... ) mediante procesos de comparación con otras personas. En este sentido, el yo se construye

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