Documento de Universidad Internacional San Isidro Labrador sobre El Problema Teológico de la Educación: Fines, Objetivos, Ideales, Valores. El Pdf, un elaborado universitario de Filosofía, explora la perfección como fin educativo y la naturaleza de los valores, incluyendo una sección sobre la teología de la educación en Costa Rica.
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El proyecto de la investigación sume que es importante potenciar los niveles de desarrollo de competencias en los estudiantes. Así la incorporación actual del concepto de competencia en el campo educativo abre una visión amplia sobre el tipo de ser humano que desea formar. Se requiere un concepto de competencia que vaya más allá de una obsesión competitiva del mercado, es decir, como una simple instrumentalización de la educación que priorice las necesidades materiales en la relación: Educación - trabajo. Es por ello que la educación es vista como un proceso del desarrollo racional basado en la humanidad común a todos y no a un proceso de adquisición cognitiva. Pero es posible dilucidar este aspecto si se da la razón al hecho de que gran parte de los problemas que surgen en los procesos de formación podrían ser considerados el resultado de modos específicos de producción, distribución, consumo de los conocimientos y sobrevivir a los obstáculos pedagógicos y epistemológicos en estudiantes y profesores.
Los desafíos que tienen los profesores y en general la educación, es de vital importancia romper con los mecanismos de producción de la desigualdades sociales y culturales por ello la calidad y equidad de la educación debe dejar de ser solo un discurso en las políticas educativas; así mismo, la tarea formativa debe apuntar a la generación de capacidades para elaborar e instrumentar estrategias mediante la capacidad crítica y la actitud fisiológica estableciendo una estrecha relación entre la teoría y la práctica por lo tanto, se acepta el aporte que hace al respecto quién asume la importancia como un concepto complejo y dinámico. (Alberto, 2012)
1En esta perspectiva un concepto de competencia relacionado con la capacidad de afrontar un problema complejo o de desarrollar una actividad compleja va más allá de una concepción limitada de "saber hacer en contexto, esto implica además el desear hacer por otra parte del estudiante lo cual involucra hechos afectivos. Asumir este concepto es creer en la posibilidad de cambio en la formación integral del ser humano y no una visión instrumentista de la educación.
Los propósitos educativos han capturado el interés de los pensadores de la educación desde la época de Platón y Aristóteles, atravesando las ideas de Herbat y Santo Tomás. En la actualidad, la pedagogía se enfoca tanto en la teleología como en la mesología, siendo una ciencia que estudia los objetivos y los medios educativos. Estos han sido explorados en campos como la tecnología y la didáctica, con la esperanza de abordar los persistentes problemas relacionados con el perfeccionamiento humano a lo largo del tiempo. La cuestión actual se sumerge en un problema antropológico fundamental: determinar si el ser humano es inherentemente abierto o cerrado, con proyecciones más allá de sí mismo o limitado. Estos términos son utilizados por los existencialistas y otros antropólogos contemporáneos al tomar posturas con respecto a los objetivos educativos. (Alvarez, s.f.)
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En sentido más profundo y actual, las variaciones en cuanto a la finalidad, resulta evidente que el término "fin" ha experimentado una evolución semántica con impacto en las doctrinas éticas y educativas. Se distinguen cuatro sentidos principales: el temporal, entendido como término o límite; el sentido espacial, representado como límite o extremo; el sentido ideal, que se refiere a la esencia de las cosas; y el sentido general, asociado al propósito o finalidad. La concepción común de los fines tiende a considerarlos como entes ideales, próximos al "deber ser" absoluto, capaces de otorgar significado a las actividades del educando como una meta. El fin se presenta como la idea del hombre perfecto. En contraste, el objetivo es concreto y cercano, mientras que el propósito denota subjetividad. La aspiración se define como una previsión anticipada del fin. (Alvarez, s.f.)
El dilema actual radica en la elección entre una concepción teleológica o mesológica, incluso cuando los términos utilizados sean similares o idénticos, y entre el inmanentismo o trascendentalismo al concebir al hombre ya sea como fuente de finalidades completas en sí mismo o como un satélite lanzado hacia lo absoluto. Max Scheler resume gran parte de la teoría educativa al expresar que se trata de una "ética material que, no obstante, no es acerca de bienes y fines, ya que los valores no se abstraen de los bienes, sino que son fenómenos independientes, cualidades materiales". En esta perspectiva, para Scheler, los fines perennes son los mismos bienes, donde los valores representan un "deber ser", y el bien se percibe como una perfección, siendo el fin último de la educación. (Alvarez, s.f.)
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El desarrollo educativo se refiere a la progresión de una persona hacia la madurez, y esta antropogénesis presenta dos aspectos: uno espontáneo, regido por las leyes naturales inherentes al ser humano, y otro intencional, planificado y teleológico. La intencionalidad de la antropogénesis busca ajustarse a las particularidades de cada cultura. La antropogénesis aborda la educación como una función tanto individual como social, sin separar ambas dimensiones. En este contexto, los objetivos educativos pueden tener tanto un enfoque individual como social, ya que es imperativo que el ser humano desarrolle ambos aspectos de manera equitativa. (Alvarez, s.f.)
Esta problemática tiene un carácter más teórico que la clasificación de los objetivos; la pedagogía teleológica especifica cuáles son los propósitos de la educación. (Alvarez, s.f.)
Son pocos los filósofos que se aventuran a respaldar un único propósito general para la educación. Aquellos que abogan por la universalidad teleológica prefieren hablar de fines generales en plural o de una amalgama ideal de diversos fines universales. Dilthey, siguiendo su teoría sobre la historicidad del ser humano, rechaza la existencia de un fin general y universal para la educación, ya que esta está condicionada por las circunstancias de cada cultura y generación. Según él, solo del fin de la vida se puede derivar el de la educación, pero la ética no puede determinarlo
4con validez general, ya que ningún sistema moral ha logrado obtener un reconocimiento universal hasta el momento. (Alvarez, s.f.)
La doctrina tomista también se opone a la unicidad del fin educativo, ya que reconoce múltiples facultades a perfeccionar. La fórmula de Santo Tomás, al definir el proceso educativo, es repetida por pensadores de diversas corrientes ideológicas: "capacitar a los individuos para que continúen su educación".
En cuanto a los fines concretos y parciales de la educación, se plantea que habrá tantos objetivos como facultades específicamente humanas a perfeccionar. Estos incluyen llegar a ser lo que se es, la configuración de la persona libre, el fomento en el hombre de su tono primigenio, la actividad creadora y una mayor socialización. La preparación profesional adecuada busca despertar el interés por la intuición, dotar de capacidad crítica a los educandos y fomentar el aprecio por la cultura y el perfeccionamiento moral. (Alvarez, s.f.)
El concepto de "perfección" como componente del proceso educativo ha sido enfatizado por pensadores de diversos sistemas. Platón, por ejemplo, concibió la educación como un perfeccionamiento tanto del alma como del cuerpo, mientras que Rabelais la consideró como un adiestramiento para el trabajo. La educación se entiende como una modificación integral del ser humano, autoconstituyendo su personalidad; de este modo, "la perfección" se convierte en un estado de bienestar. No siempre se ha empleado la palabra "perfección" para describir el proceso de evolución y perfeccionamiento, ya que los teóricos de la educación no han atribuido
5el mismo significado a este término ni han dejado de recurrir a sinónimos para expresar la misma realidad. (Alvarez, s.f.)
Los valores continúan siendo un tema de constante actualidad, manifestándose en la vida tanto individual como social de los seres humanos como aspiraciones y conquistas siempre en proceso, orientadas hacia el bien. Desde los albores de la existencia humana, el deseo de valor y antivalor ha sido algo esencial e inherente a la vida misma. Los antiguos filósofos, así como la literatura a lo largo de todas las épocas, las leyes, las costumbres, el arte, las canciones, entre otros aspectos, han promovido o rechazado distintos valores o antivalores. La razón de esto es bastante clara: una vida humana sin consideración de los valores resulta imposible. Arrojar luz, analizar y discernir las diversas facetas del valor se convierte hoy en una tarea indispensable en los ámbitos de la axiología y la educación.
El término "valor" presenta diversas facetas desde distintas perspectivas. Aunque todos hacen referencia a él, no todos expresan lo mismo sobre este concepto. Aclarar y arrojar luz sobre esta pluralidad ha sido una tarea constante, especialmente en el ámbito de la comunicación. El lenguaje desempeña aquí un papel crucial como medio de comunicación entre los seres humanos. (Alvarez, s.f.)
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