San Agustín de Hipona: vida, obras y epistemología en la filosofía cristiana

Documento de Universidad sobre San Agustín de Hipona (354-430). El Pdf explora la biografía, las obras principales y la epistemología del filósofo, analizando la relación entre razón y fe y la teoría de la iluminación divina en la Filosofía.

Ver más

15 páginas

1
SAN AGUSTÍN DE HIPONA (354-430):
Aurelio Agustín nace en Tagaste en el año 354, ciudad situada en la antigua provincia
romana de Numidia (en la actualidad se la conoce como Souk Ahras, en Argelia). Nació
en una familia acomodada, lo que le permitió tener una buena educación. Tras realizar
sus primeros estudios en Tagaste, y posteriormente en Madaura, se trasladará a Cartago
en el 370, dedicándose principalmente a la retórica.
Aunque su madre, Mónica, fuera cristiana, en Cartago Agustín llevará una vida disipada,
orientada hacia el disfrute de los placeres sensibles. Durante esta época se casó y tuvo un
hijo, Adeodato, en el año 372. También comenzó a estudiar a Cicerón, tras lo cual se
interesó hondamente en la filosofía, llegando a introducirse en el pensamiento maniqueo
1
,
el cual abandonará relativamente pronto (383).
En el año 383 se trasladará a Roma, y posteriormente a Milán, donde enseñará retórica.
Durante esta etapa se acercará al escepticismo
2
, el cual también abandonará. En esta
ocasión Agustín, tras conocer a Ambrosio, por aquel entonces obispo de Milán, se
aproximará al cristianismo, en cuyo seno desarrollará su obra. Pero esta no solo se verá
influida por su creencia religiosa, ya que igualmente estará influido por la filosofía
neoplatónica, desarrollada por Plotino
3
.
La definitiva conversión al cristianismo de Agustín se realizará en el año 386,
bautizándose el año siguiente en Milán, ciudad donde opta por llevar una vida ascética y
casta. Solo dos años más tarde regresará a Argelia, concretamente a Tagaste (su ciudad de
nacimiento), donde fundará un monasterio. En el 391 se trasladará a Hipona, también
ubicada en la actual Argelia, donde será consagrado sacerdote por el obispo Valerio. En
Hipona fundará un nuevo monasterio en los terrenos que el propio obispo le cedió. Ahí
desarrollará una actividad muy fecunda dedicada, fundamentalmente, a la filosofía y a la
religión cristiana, en relación con la cual destacarán sus polémicas con respecto a otras
sectas (donatistas, pelagianistas, etc.).
En el 396 es nombrado obispo auxiliar de Hipona por Valerio, pasando a ser titular
(durante casi 25 años) tras la muerte de este. Durante esta época verán la luz sus grandes
obras. En el año 430 morirá en Hipona, estando la ciudad sitiada por las huestes de los
vándalos, quienes arrasarán completamente la ciudad.
Obras más importantes:
386 De libero arbitrio (“Del libre arbitrio”; reflexión sobre la libertad humana y el mal
en el mundo) y De vera religione (“De la religión verdadera”).
397 De doctrina Christiana (“De la doctrina cristiana”).-
1
El maniqueísmo es una doctrina religiosa que afirma la existencia de dos principios opuestos que
gobiernan el mundo: el principio del Bien (luz) y el principio del Mal (oscuridad). Los maniqueos entendían
que el alma humana es un campo de batalla entre el Bien y el Mal. Este último no se entiende como ausencia
de Bien, sino como una substancia real al mismo nivel que el Bien.
2
La corriente escéptica, en la época de San Agustín, se ocupaba fundamentalmente de cuestiones de
retórica, oratoria, dialéctica y lógica.
3
Plotino fue un pensador del siglo III que operó una renovación del platonismo. Su planteamiento
constituye una suerte de “cristianización” de la filosofía platónica, la cual influirá fuertemente en San
Agustín.
2
400 Confesiones (autobiografía del autor).
416 De Trinitate (“De la trinidad”; reflexión sobre el misterio de la Trinidad divina; aquí
expone su teoría del conocimiento).
426 De civitate Dei (“De la ciudad de Dios”; expone su filosofía de la historia).
1) EPISTEMOLOGÍA:
1.1 Las relaciones entre la razón y la fe en la Edad Media:
San Agustín es un filósofo del cristianismo, pero ¿puede existir algo así como una
“filosofía cristiana”? Ante esta pregunta se han esgrimido, fundamentalmente, dos
respuestas:
a) Respuesta negativa: Algunos filósofos, como Hegel, sostienen que en la Edad
Media hay ciertamente teología, pero no filosofía. La idea es que la fe parece
excluir la reflexión filosófica, que se apoya en la sola razón natural. Por ello, la
noción de una “filosofía cristiana” será una contradicción, ya que, si es filosofía,
entonces se basará exclusivamente en la razón natural, pero, si es “cristiana”, se
basará en la verdad revelada (los textos sagrados), no en la mera razón. Así pues,
para este punto de vista, o la filosofía se basa en la sola razón, o bien no existe en
absoluto (habiendo, en su caso, teología).
b) Respuesta positiva: Otros filósofos, como E. Gilson o J. Maritain, defienden que
los ámbitos de la “fe” y la “razón”, aun siendo ámbitos distintos, no se oponen
estrictamente. Para este punto de vista, la fe y la razón constituyen diversos
modos de acceder a la verdad, que es una y la misma, tanto si se acepta como
cuestión de fe, como si se demuestra racionalmente. De hecho, estos autores
tienden a subrayar la “colaboración” entre fe y razón en el acceso a la verdad.
Así, entenderán que la fe, por así decir, “fecunda” a la razón, empujándola a
desarrollar la filosofía. Por otra parte, la razón “sostiene” a la fe, en el sentido de
que los contenidos de la fe son, precisamente, aquellos que la razón debe aclarar.
Hay, por tanto, un juego doble: por un lado, la fe (según estos autores) nos anima
a desarrollar nuestra razón, pero, por otro, con nuestra razón clarificamos
(hacemos racionalmente comprensible) los contenidos de la fe. Así pues, para
estos autores, no solo hay una filosofía cristiana, sino que la verdadera filosofía
es la filosofía cristiana, en la cual la fe y la razón se dan la mano con el objetivo
de alcanzar la verdad.
La posición de San Agustín, en este respecto, coincidirá (aproximadamente) con la
opción “b”. En este sentido, suele citarse, como uno de sus lemas, el siguiente:
“Comprende para creer; cree para comprender”. ¿Qué quiere decir esto? Este lema,
como se ve, tiene dos partes. En primer lugar, el “comprende para creersignifica que
la razón precede a la fe, es decir, que con la sola razón, en el ejercicio de la filosofía, se
abre la posibilidad de la comprensión de la verdad a partir de nuestras capacidades
naturales. Sin embargo, la razón natural no es suficiente, por sí sola, para encontrar la
verdad, pues, si así fuera, ¿para qué sería necesaria la fe? En este sentido, la razón

Visualiza gratis el PDF completo

Regístrate para acceder al documento completo y transformarlo con la IA.

Vista previa

SAN AGUSTÍN DE HIPONA (354-430)

Aurelio Agustín nace en Tagaste en el año 354, ciudad situada en la antigua provincia romana de Numidia (en la actualidad se la conoce como Souk Ahras, en Argelia). Nació en una familia acomodada, lo que le permitió tener una buena educación. Tras realizar sus primeros estudios en Tagaste, y posteriormente en Madaura, se trasladará a Cartago en el 370, dedicándose principalmente a la retórica.

Aunque su madre, Mónica, fuera cristiana, en Cartago Agustín llevará una vida disipada, orientada hacia el disfrute de los placeres sensibles. Durante esta época se casó y tuvo un hijo, Adeodato, en el año 372. También comenzó a estudiar a Cicerón, tras lo cual se interesó hondamente en la filosofía, llegando a introducirse en el pensamiento maniqueo1, el cual abandonará relativamente pronto (383).

En el año 383 se trasladará a Roma, y posteriormente a Milán, donde enseñará retórica. Durante esta etapa se acercará al escepticismo2, el cual también abandonará. En esta ocasión Agustín, tras conocer a Ambrosio, por aquel entonces obispo de Milán, se aproximará al cristianismo, en cuyo seno desarrollará su obra. Pero esta no solo se verá influida por su creencia religiosa, ya que igualmente estará influido por la filosofía neoplatónica, desarrollada por Plotino3.

La definitiva conversión al cristianismo de Agustín se realizará en el año 386, bautizándose el año siguiente en Milán, ciudad donde opta por llevar una vida ascética y casta. Solo dos años más tarde regresará a Argelia, concretamente a Tagaste (su ciudad de nacimiento), donde fundará un monasterio. En el 391 se trasladará a Hipona, también ubicada en la actual Argelia, donde será consagrado sacerdote por el obispo Valerio. En Hipona fundará un nuevo monasterio en los terrenos que el propio obispo le cedió. Ahí desarrollará una actividad muy fecunda dedicada, fundamentalmente, a la filosofía y a la religión cristiana, en relación con la cual destacarán sus polémicas con respecto a otras sectas (donatistas, pelagianistas, etc.).

En el 396 es nombrado obispo auxiliar de Hipona por Valerio, pasando a ser titular (durante casi 25 años) tras la muerte de este. Durante esta época verán la luz sus grandes obras. En el año 430 morirá en Hipona, estando la ciudad sitiada por las huestes de los vándalos, quienes arrasarán completamente la ciudad.

Obras más importantes

386 De libero arbitrio ("Del libre arbitrio"; reflexión sobre la libertad humana y el mal en el mundo) y De vera religione ("De la religión verdadera"). 397 De doctrina Christiana ("De la doctrina cristiana") .- 1 El maniqueísmo es una doctrina religiosa que afirma la existencia de dos principios opuestos que gobiernan el mundo: el principio del Bien (luz) y el principio del Mal (oscuridad). Los maniqueos entendían que el alma humana es un campo de batalla entre el Bien y el Mal. Este último no se entiende como ausencia de Bien, sino como una substancia real al mismo nivel que el Bien. 2 La corriente escéptica, en la época de San Agustín, se ocupaba fundamentalmente de cuestiones de retórica, oratoria, dialéctica y lógica. 3 Plotino fue un pensador del siglo III que operó una renovación del platonismo. Su planteamiento constituye una suerte de "cristianización" de la filosofía platónica, la cual influirá fuertemente en San Agustín. 1400 Confesiones (autobiografía del autor). 416 De Trinitate ("De la trinidad"; reflexión sobre el misterio de la Trinidad divina; aquí expone su teoría del conocimiento). 426 De civitate Dei ("De la ciudad de Dios"; expone su filosofía de la historia).

EPISTEMOLOGÍA

Las relaciones entre la razón y la fe en la Edad Media

  • San Agustín es un filósofo del cristianismo, pero ¿puede existir algo así como una "filosofía cristiana"? Ante esta pregunta se han esgrimido, fundamentalmente, dos respuestas:
  1. Respuesta negativa: Algunos filósofos, como Hegel, sostienen que en la Edad Media hay ciertamente teología, pero no filosofía. La idea es que la fe parece excluir la reflexión filosófica, que se apoya en la sola razón natural. Por ello, la noción de una "filosofía cristiana" será una contradicción, ya que, si es filosofía, entonces se basará exclusivamente en la razón natural, pero, si es "cristiana", se basará en la verdad revelada (los textos sagrados), no en la mera razón. Así pues, para este punto de vista, o la filosofía se basa en la sola razón, o bien no existe en absoluto (habiendo, en su caso, teología).
  2. Respuesta positiva: Otros filósofos, como E. Gilson o J. Maritain, defienden que los ámbitos de la "fe" y la "razón", aun siendo ámbitos distintos, no se oponen estrictamente. Para este punto de vista, la fe y la razón constituyen diversos modos de acceder a la verdad, que es una y la misma, tanto si se acepta como cuestión de fe, como si se demuestra racionalmente. De hecho, estos autores tienden a subrayar la "colaboración" entre fe y razón en el acceso a la verdad. Así, entenderán que la fe, por así decir, "fecunda" a la razón, empujándola a desarrollar la filosofía. Por otra parte, la razón "sostiene" a la fe, en el sentido de que los contenidos de la fe son, precisamente, aquellos que la razón debe aclarar. Hay, por tanto, un juego doble: por un lado, la fe (según estos autores) nos anima a desarrollar nuestra razón, pero, por otro, con nuestra razón clarificamos (hacemos racionalmente comprensible) los contenidos de la fe. Así pues, para estos autores, no solo hay una filosofía cristiana, sino que la verdadera filosofía es la filosofía cristiana, en la cual la fe y la razón se dan la mano con el objetivo de alcanzar la verdad.
  • La posición de San Agustín, en este respecto, coincidirá (aproximadamente) con la opción "b". En este sentido, suele citarse, como uno de sus lemas, el siguiente: "Comprende para creer; cree para comprender". ¿ Qué quiere decir esto? Este lema, como se ve, tiene dos partes. En primer lugar, el "comprende para creer" significa que la razón precede a la fe, es decir, que con la sola razón, en el ejercicio de la filosofía, se abre la posibilidad de la comprensión de la verdad a partir de nuestras capacidades naturales. Sin embargo, la razón natural no es suficiente, por sí sola, para encontrar la verdad, pues, si así fuera, ¿para qué sería necesaria la fe? En este sentido, la razón 2humana, aunque natural, es una facultad limitada, la cual puede revelar, ciertamente, la verdad, pero no toda la verdad. En este sentido, la fe se encarga de establecer aquellas verdades que la razón natural no puede alcanzar, porque se trata de verdades sobre- naturales (verdades en relación con Dios).
  • Así, lo más que puede la razón es "aclarar" esas verdades sobrenaturales (segunda parte del lema: "cree para comprender"), pero no establecerlas como tales, ya que superan nuestras capacidades naturales. Como se ve, la verdad, para San Agustín, es un asunto tanto de "fe" como de "razón", no pudiendo renunciar a una sin renunciar, al mismo tiempo, a la otra (sin fe, la razón solo capta parcialmente la verdad; sin razón, la fe es totalmente "ciega", es decir, irracional, absurda).

La "vía interior" del conocimiento

  • El conocimiento de la verdad, para San Agustín, tiene una finalidad fundamentalmente espiritual (no solo teórica, esto es, cognoscitiva), pues su fin es buscar y encontrar a Dios (al Dios cristiano) y, por tanto, lograr la felicidad y la paz eterna. Para San Agustín, solo el que posee la Verdad es sabio, y solo el que busca y encuentra a Dios puede ser verdaderamente feliz y libre.
  • Pero, ¿dónde obtener el conocimiento? En principio, el conocimiento lo obtenemos abriéndonos al mundo exterior, es decir, investigando la naturaleza. Sin embargo, San Agustín apostará por renunciar a la exterioridad y explorar la "vía interior", es decir, el repliegue del alma sobre sí misma, ya que solo en la interioridad del alma podemos alcanzar un conocimiento cierto y seguro: "No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad" (Sobre la verdadera religión). Pero, ¿por qué sostiene San Agustín que el único conocimiento seguro y cierto es el del propio del alma? Téngase en cuenta que San Agustín considera que los sentidos ocasionalmente nos engañan (por ejemplo, en los espejismos visuales). Ahora bien, si nos engañan al menos una vez, entonces ¿qué seguridad tenemos de que no estemos siendo continuamente engañados por ellos? Si aceptamos que, hipotéticamente, podríamos ser engañados por los sentidos de continuo, entonces tenemos que renunciar al conocimiento de lo externo (ya que nuestros sentidos nos ponen en contacto con la exterioridad). ¿ Y en lo interno? Aquí sí que podemos obtener un conocimiento cierto y seguro, ya que, si me engaño, al menos sé que soy algo (si dudo, soy; si pienso, soy; si me equivoco, soy, etc., ya que no puedo "dudar", "pensar" o "equivocarme" si no soy nada). Así pues, podré equivocarme una y mil veces en mi presunto conocimiento externo, pero no puedo equivocarme al constatar internamente que me equivoco, sino que este será, en sí mismo, un conocimiento absolutamente cierto y seguro. En suma: "si enim fallor, sum" (La ciudad de Dios), es decir, "si me equivoco, soy"4. Por tanto, es innegable que "todas las almas se conocen a sí mismas con certidumbre absoluta" (Sobre la trinidad). De este modo, el conocimiento cierto y seguro debe buscarse, no en la exterioridad, sino en la interioridad del alma. 4 Téngase en cuenta que Descartes recuperará para la modernidad este mismo argumento. En su formulación: "si pienso, existo", es decir, si pienso (o dudo, o me equivoco, o deseo, o recuerdo, etc.), entonces al menos sé (con toda certeza y sin posibilidad de error) que soy algo, ya que una nada no puede pensar, ni dudar, ni equivocarse, etc. Al menos en este conocimiento, pues, no puedo engañarme. A partir de ahí Descartes deducirá el resto de conocimientos seguros. 3

Los tipos de conocimiento

  • Siguiendo la estela de Platón (y del neoplatonismo de Plotino), San Agustín distingue dos tipos de conocimiento en el ser humano:
  1. Conocimiento sensible (o conocimiento inferior, correspondiente, aproximadamente, a la "doxa" platónica): es un conocimiento imperfecto y que no posee un grado absoluto de certeza. Por tanto, es un conocimiento relativo y contingente, dado que los objetos a los que se refiere (los objetos sensibles) son cambiantes y corruptibles. Además, San Agustín entiende que el cuerpo y los sentidos no son, por sí solos, capaces de sentir nada. Por el contrario, estos solo pueden cumplir con su función (darnos a conocer lo sensible) cuando son, por así decir, "activados" por el alma, la cual se vale del cuerpo como instrumento para conocer el mundo exterior. Así, los sentidos "recogen" la información de los objetos exteriores, a partir de lo cual el alma, activamente, transforma esa información sensible, generando con ello una "imagen mental" semejante al objeto externo, imagen susceptible de ser almacenada en la memoria. Por último, con la razón enjuiciamos esas imágenes mentales almacenadas en la memoria, con lo cual ya no tenemos meras imágenes, sino pensamientos: "De la imagen del cuerpo visible nace la imagen en el sentido de la vista; de esta nace otra imagen en la memoria, y de esta última una tercera en la mirada del pensamiento" (Sobre la Trinidad). El conocimiento sensible, para San Agustín, no constituye "conocimiento" en sentido estricto. Más bien este "conocimiento" se queda con el estatuto de la opinión (falible), aunque ciertamente se le reconozca un estatuto pragmático fundamental, ya que este es un conocimiento imprescindible para desenvolvernos en la vida cotidiana. Por ello, a la información de los sentidos hay que darle cierto crédito y margen de confianza pues, aunque no se trate de un conocimiento estricto, sí que nos es útil en relación con la vida.
  2. Conocimiento intelectual (o conocimiento superior, , correspondiente aproximadamente a la "episteme" platónica): frente al conocimiento sensible, el intelectual nos proporciona certeza absoluta (conocimiento infalible), pues tiene como objeto las verdades necesarias y eternas que descubre el ser humano en el interior de su alma. Por tanto, este conocimiento ya no comenzará con el contacto con lo sensible, sino que este conocimiento directamente se relaciona con lo inteligible (algo completamente distinto, e independiente, de lo sensible). En el repliegue del alma sobre sí misma, esta no encuentra solo "imágenes mentales" (de lo sensible) en la memoria, ni los pensamientos derivados de ellas, sino que encuentra también las ideas (las entidades inteligibles y perfectas de las que hablaba Platón). Las ideas, a las que se refiere San Agustín, son trascendentes con respecto a la realidad sensible, y el alma del ser humano las descubre, no las "inventa", pues se nos imponen como necesarias. Además, las ideas son modelos o arquetipos de las cosas, gracias a las cuales podemos comprendernos entre nosotros y comprender y enjuiciar, al mismo tiempo, la realidad. Por ejemplo: si juzgamos 4

¿Non has encontrado lo que buscabas?

Explora otros temas en la Algor library o crea directamente tus materiales con la IA.