Documento de Pablo Serrano Instituto de Educación Secundaria sobre El Teatro Español Del Siglo Xx Antes de 1939. El Pdf, un conjunto de apuntes discursivos de Literatura para Universidad, explora la renovación teatral, las limitaciones del género y las propuestas de autores como Valle-Inclán y la Generación del '27.
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PABLO SERRANO instituto de educación secundaria EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO XX ANTES DE 1939
El teatro es un género literario que alcanza verdaderamente su ser cuando es representado. Su naturaleza de espectáculo hace que pesen sobre el condicionamientos económicos muy variados: la mayoría de los locales teatrales son privados, las compañías montadas por un empresario buscan un claro objetivo económico por lo que deben asegurarse la asistencia de un público aristocrático y burgués ...
De esto se derivan claras limitaciones en lo ideológico y lo estético. Ideológicamente, son escasas las posibilidades de un teatro que vaya más allá de de donde llega la capacidad autocrítica del público burgués. Estéticamente, se observan siempre fuertes resistencias ante las experiencias innovadoras.
Por tanto, aquellos autores que, por razones ideológicas o estéticas, no respondan a las condiciones imperantes se verán ante el penoso dilema de claudicar ante ellas o resignarse a que su producción -salvo excepciones- quede relegada a la lectura o a representaciones en círculos minoritarios.
Entre 1900 y 1936 la afición al teatro en España fue muy grande. Al igual que en el siglo XIX, las salas y espectáculos teatrales eran distintos según el público al que se dirigían. El público de extracción popular prefería formas teatrales como las zarzuelas, las revistas, las parodias o las variedades. El público de clase alta prefería un teatro más propiamente literario: la comedia burguesa o de salón y el teatro poético.
Además, las comentadas limitaciones ideológicas y estéticas que conlleva el espectáculo teatral hacen que podamos hablar de dos tendencias claramente diferenciadas en el teatro anterior a la Guerra Civil:
El teatro que triunfa es continuador en gran parte del teatro que gobernaba la escena en la segunda mitad del siglo XIX (el drama postromántico de José Echegaray, la «alta comedia», el teatro costumbrista ... ), aunque con «novedades técnicas». Como queda dicho, tres son las manifestaciones teatrales de esta tendencia: la comedia burguesa o de salón, el «teatro poético» y el teatro cómico.
Apuntes de Literatura. Tema 2. El teatro español en el siglo XX
La figura más representativa es Jacinto Benavente (1866-1954) que dominó el panorama de los primeros años del siglo XX. El estreno de su primera obra, El nido ajeno, supuso un escándalo por su crítica de la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa, que sintonizaba con las ideas noventayochistas. Tuvo que retirarse inmediatamente de cartel por la indignación del público. Sin embargo, ante el dilema de mantener la carga crítica y verse rechazado por el público, o aceptar las limitaciones impuestas por el respetable, optó por el segundo camino. Sus comedias de salón tuvieron gran éxito por tratar asuntos de actualidad, ambientarse en escenarios realistas (urbanos o rurales) y por su amable sátira costumbrista.
Entre su producción destacan Los intereses creados (1907) y La Malquerida (1913). La primera es una deliciosa farsa que utiliza el ambiente y los personajes de la commedia dell'arte y que encierra una cínica visión de los ideales burgueses (materialismo, interés ... ). La Malquerida, drama rural ambientado en un clima moral fatalista y violento, aborda el asunto de una pasión incestuosa entre padrastro e hijastra.
En 1922 se le concedió a Benavente el Premio Nobel de Literatura, pero los autores jóvenes de entonces le acusaron de ñoño y conservador.
Como reacción ante el teatro realista triunfante, con gran influencia del drama romántico y en conexión con la nueva estética modernista, vuelve a surgir el teatro en verso en la escena española durante la segunda década del siglo XX.
Predomina, entonces, el género del teatro histórico que sirve de vehículo para rememorar las glorias imperiales del pasado o para exaltar los ideales nobiliarios. Esta visión tradicionalista chocará con las ideas críticas de los noventayochistas. Tuvo este género gran éxito popular por la existencia de una escuela de actores expertos en declamación y por las posibilidades plásticas del montaje.
El dramaturgo más relevante es Eduardo Marquina, iniciador de esta corriente, con obras muy aplaudidas en la época como Las hijas del Cid (1908) o En Flandes se ha puesto el sol (1911). Francisco Villaespesa siguió esta misma estela en obras como Doña María de Padilla (1913) o La leona de Castilla (1916).
En aquellos años también alcanzaron gran éxito los sainetes y las comedias costumbristas. Cultivaron este teatro los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero que en sus sainetes llevaron a escena una Andalucía superficial, tópica y falsa (sin hacer referencia a los problemas de la época) en la que solo hay asuntos sentimentales, y Pedro Muñoz Seca, creador del «astracán», comedia descabellada, repleta de chistes, en la que el único objetivo es arrancar la carcajada del espectador, como en la exitosa La venganza de don Mendo (1918).
Destacó, por encima de todos, Carlos Arniches, autor de sainetes de ambiente madrileño en los que creó un lenguaje castizo que el pueblo de Madrid acabó por imitar. En sus sainetes los ambientes y los tipos (los chulapos) responden a un convencionalismo populachero, pero sus diálogos revelan gran manejo de la palabra. A partir de 1916 cultivó lo que llamó «tragedia grotesca», modalidad teatral que mezcla lo cómico y lo patético, lo risible y lo conmovedor. Destaca en esta faceta La señorita de Trevelez, sobre una sangrante broma de unos señoritos a una mujer madura y soltera de una ciudad provinciana.
Apuntes de Literatura. Tema 2. El teatro español en el siglo XX
PABLO SERRANO instituto de educación secundaria
Los primeros intentos de renovación teatral se advierten ya a finales del siglo XIX, con la pretensión de romper con el convencionalismo teatral romántico y melodramático de José de Echegaray, a quien se entregó el Premio Nobel en 1904 aunque contó con la protesta de los intelectuales y artistas jóvenes. Juan José (1895) de Joaquín Dicenta y Electra (1901) de Benito Pérez Galdós fueron dos estrenos teatrales muy sonados en la época y que contaron con el apoyo de los jóvenes noventayochistas y la condena de la Iglesia y las autoridades, por el planteamiento de asuntos morales infrecuentes en la escena española.
A Miguel de Unamuno le atrajo el teatro como vehículo para presentar sus habituales preocupaciones: los problemas de conciencia, Dios, la vida, la muerte, la identidad personal, las reflexiones filosóficas ... Son dramas de ideas, con diálogos muy densos, que interpelan al espectador-lector para que se involucre en los problemas planteados. Su teatro no buscaba el éxito comercial pues simplificó al máximo la intriga y los personajes y apenas prestó atención a la escenografía. Sobresalen entre sus obras Fedra (1911) sobre la persona que intenta -vanamente- completarse a través del amor o El otro (1927) sobre el problema de la personalidad.
Azorín propuso también unos experimentos teatrales al margen de las fórmulas dramáticas usuales, oponiéndoles lo irreal y lo simbólico. Su trilogía Lo invisible (1928) aborda el tema de la muerte como premonición, como inminencia y como tránsito sereno y tranquilo.
El teatro de los hermanos Antonio y Manuel Machado es considerado por parte de la crítica como ejemplo del teatro poético de corte modernista, si bien otros autores señalan que en algunas obras tratan de buscar un teatro diferente, de significado simbólico como en Las adelfas o de inspiración popular como en La Lola se va a los puertos.
Entre los autores modernistas y noventayochistas será Valle-Inclán quien, tras sus primeras obras de corte decadentista, invente una nueva dramaturgia, una nueva concepción de lo dramático que permaneció alejada de los escenarios de la época y que se adelantó a todo el nuevo teatro europeo (el teatro de vanguardia, el teatro épico, el teatro del absurdo). De él trataremos en profundidad a continuación.1
Jacinto Grau se dedicó exclusivamente al teatro, un teatro distinto, denso, ambicioso, al que se le negó el triunfo en España pero que despertó gran interés en Europa. Su obra más lograda, El señor de Pigmalión (1921), aborda en clave de farsa el famoso mito clásico, presentando a un empresario de una compañía de muñecos creados por él que acaban por matarlo para conseguir la libertad.
Ramón Gómez de la Serna escribió varias piezas teatrales impulsado por un «anhelo antiteatral», anticipándose a tendencias muy posteriores (el antiteatro de Ionesco, por ejemplo). En 1929 estrenó Los medios seres, cuyos personajes aparecen con la mitad del cuerpo totalmente negra, porque poseen una personalidad incompleta, son seres medio realizados y medio frustrados.
1 Dado que este curso no se incluye ninguna obra de Valle-Inclán en la PAU, no le dedicamos aquí ningún espacio especial, pero le dedicamos algunas páginas al final del tema, ya que es, junto a García Lorca, el autor más importante de este periodo. Para completar esta parte del tema, consulta en ese apéndice las características básicas de su teatro y sus títulos fundamentales. Apuntes de Literatura. Tema 2. El teatro español en el siglo XX