Desarrollo Moral y Sexual en Psicología: Teorías y Fases Psicosociales

Documento de Universidad sobre Desarrollo Moral y Sexual. El Pdf, un apunte de Psicología, explora el concepto de moralidad y su desarrollo infantil, presentando teorías como la del aprendizaje social y la psicoanalítica. Describe las fases del desarrollo psicosexual y la importancia de la educación sexual infantil.

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MÓDULO 8 - DESARROLLO MORAL Y
SEXUAL
8.1. MORALIDAD
El infante nace sin ningún tipo de sentido moral, sino que este se desarrolla en ciertas fases
que son similares y secuenciales para todos los seres humanos. A su vez, esta conducta moral
se ve influenciada directamente por los agentes socializadores, sobre todo, por la familia.
Asimismo, se puede definir la moralidad como el conjunto de valores que rigen el
comportamiento humano y la posibilidad de distinguir entre el bien y el mal. El desarrollo moral
suele situar su inicio en la edad preescolar.
Los principales componentes en la comprensión moral del infante son:
Juicio moral. Corresponde al acto mental mediante el cual la persona califica un
comportamiento o situación como bueno o malo.
Sentimientos morales. Son las sensaciones que facilitan las conductas morales, como la
empatía, es decir, la percepción de los sentimientos, los pensamientos y las intenciones
del otro y la respuesta afectiva que resulta de ello.
Conducta moral. Consiste en el reflejo del juicio moral en el comportamiento de una
persona, ya que el infante puede saber qué está bien y mal, pero hacer lo que está mal.
Valor moral. Tiene que ver con las cualidades por las que un ser, objeto o hecho
despierta en el individuo mayor o menor aprecio, estima y/o admiración. Por lo tanto, se
refiere a los principios empleados para juzgar si un comportamiento es o no adecuado en
base a las ideas de una persona.
La conquista de valores morales se da al inicio de la infancia, aunque es difícil establecer a qué
edad el niño preescolar es capaz de adquirir la concepción de diferenciar el bien del mal. Sin
embargo, el desarrollo del sentido moral es fruto de varios factores interrelacionados como son
los siguientes:
desarrollo cognitivo;
experiencias afectivas y educativas del infante en su entorno familiar y escolar,
especialmente aquellas que provocan cierta reflexión;
influencia cultural;
rasgos de comportamiento genéticamente condicionados.
8.1.1. Teorías sobre el desarrollo moral
Algunos de los científicos y psicólogos anteriormente expuestos también han focalizado parte
de sus teorías a formular una explicación ante el desarrollo de un concepto tan abstracto y tan
humano como la moralidad.
De forma resumida, los principales planteamientos que han nutrido este ámbito son los
siguientes:
Teoría del aprendizaje social. Autores cognitivistas como Bandura, o conductistas como
Pavlov o Skinner, proponen el desarrollo de la conciencia y del comportamiento moral
como un proceso de interiorización. Mediante el condicionamiento, el aprendizaje con el
refuerzo de conductas y normas y la observación de los modelos de autoridad que el
infante tiene como referente, adquiere un control interno de su conducta.
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Teoría Vygotskiana. El psicólogo ruso expone el desarrollo moral como una construcción
sociocultural. Por lo tanto, hasta que el infante no llega a la edad escolar, respeta la
heteronomía moral, un conjunto de reglas absolutas, inflexibles e inmodificables que son
impuestas por el adulto. Con este realismo moral, el niño cree que, si desobedece una
regla, debe sufrir un castigo o recibir una justicia inmanente.
Teoría psicoanalítica. El máximo exponente psicoanalista, Freud, identifica tres
componentes de la personalidad humana que determinan los valores del comportamiento
individual ante posibles conflictos diarios. Estos son:
Ello. El infante nace con el ello, es decir, la parte de la personalidad continente de
impulsos inconscientes que busca constantemente gratificaciones inmediatas. Por este
motivo, el bebé se considera amoral y carece de inhibiciones, pues funciona de
acuerdo con el principio del placer y quiere todo aquello que le pueda dar satisfacción.
Ego. A medida que el infante aprende que otras personas tienen necesidades y que su
gratificación a veces tiene que esperar, desarrolla el ego. Es la parte de la
personalidad que interactúa racional y conscientemente con el mundo real. El ego
media entre los deseos primarios del ello y la inhibición de estos por parte del
superego. Es decir, el niño aprende a satisfacer las demandas del ello de forma
realista y apropiada. Así, el ego también se ocupa de guiar el curso de los cambios
evolutivos que se inician con la maduración física, las presiones, las oportunidades del
entorno y los conflictos internos del humano.
Superego. Entre los 3 y los 6 años, el preescolar desenvuelve el superego. Es la parte
de la personalidad autocrítica y juiciosa que internaliza los valores morales
establecidos por los padres y por la sociedad. En este punto, el niño ya ha aceptado la
primacía de la realidad sobre el principio del placer. Es decir, el superego funciona
como una conciencia que diferencia el bien del mal moral, además de intentar
alcanzar la perfección y controlar el ello.
Teoría constructivista. Los autores más destacados son Kohlberg y Piaget, aunque el
segundo considera la moralidad infantil dentro de su propio contexto. De hecho, Piaget
habla sobre cómo la evolución del razonamiento moral se supedita al desarrollo del
pensamiento lógico. Es decir, sin muestras del avance cognitivo lógico y coherente, el
pensamiento moral tampoco avanza. Por este motivo, incide en cómo el niño interacciona
entre iguales y con figuras de autoridad, además de interpretar y juzgar situaciones. En
este sentido, Piaget plasma el desarrollo moral mediante la existencia de un camino
psicogenético, basado en las siguientes fases:
Anomía. Estado de ausencia de reglas, característico en los recién nacidos que
desconocen todavía las normas de la sociedad.
Heteronomía. Etapa en la que el infante de hasta 7 años comienza su vida social,
pues percibe la existencia de reglas y obligaciones sobre aquello que puede realizar. El
origen de estas pautas proviene de los adultos, que utilizan formas de control como
órdenes, exigencias e imposiciones de castigos o premios para intentar que el infante
las cumpla. De este modo, el niño experimenta una moralidad egocéntrica, de
obediencia y se subordina a la autoridad de padres, cuidadores y maestros, basándose
en el respeto unilateral hacia ellos y en el acatamiento de normas externas a su
conciencia. En consecuencia, el niño heterónomo concibe las reglas y evalúa los actos
de forma objetiva, de acuerdo con sus consecuencias materiales y sin la intención
subjetiva del actuante.
Autonomía. Curso en el que una persona adulta o adolescente adquiere
reversibilidad, es decir, desarrolla una moralidad independiente. En otras palabras, es
consciente de que existe un conjunto de reglas externas para actuar y convivir en
sociedad (convenciones sociales), y las reelabora para interiorizarlas. Esta fase
presupone una capacidad racional, ya no egocéntrica. Con ella, puede comprender las
contradicciones de su pensamiento, comparar sus ideas, derechos y valores con los de
otras personas, además de establecer criterios de justicia e igualdad con los que
puede oponerse a la autoridad y a las tradiciones sociales, para decidir lo que
considera correcto o lo que no.
Sin embargo, no todo sujeto que avanza cronológicamente adelanta sobre estos estadios. Es
necesario superar con éxito ciertos obstáculos, como abandonar la posición egocéntrica.
8.1.2. De la heteronomía a la autonomía
Los primeros sentimientos morales aparecen durante la etapa preescolar. De hecho, surgen del

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Moralidad y Desarrollo Sexual

Moralidad Infantil

El infante nace sin ningún tipo de sentido moral, sino que este se desarrolla en ciertas fases que son similares y secuenciales para todos los seres humanos. A su vez, esta conducta moral se ve influenciada directamente por los agentes socializadores, sobre todo, por la familia. Asimismo, se puede definir la moralidad como el conjunto de valores que rigen el comportamiento humano y la posibilidad de distinguir entre el bien y el mal. El desarrollo moral suele situar su inicio en la edad preescolar.

Los principales componentes en la comprensión moral del infante son:

  • Juicio moral. Corresponde al acto mental mediante el cual la persona califica un comportamiento o situación como bueno o malo.
  • Sentimientos morales. Son las sensaciones que facilitan las conductas morales, como la empatía, es decir, la percepción de los sentimientos, los pensamientos y las intenciones del otro y la respuesta afectiva que resulta de ello.
  • Conducta moral. Consiste en el reflejo del juicio moral en el comportamiento de una persona, ya que el infante puede saber que esta bien y mal, pero hacer lo que está mal.
  • Valor moral. Tiene que ver con las cualidades por las que un ser, objeto o hecho despierta en el individuo mayor o menor aprecio, estima y/o admiración. Por lo tanto, se refiere a los principios empleados para juzgar si un comportamiento es o no adecuado en base a las ideas de una persona.

La conquista de valores morales se da al inicio de la infancia, aunque es difícil establecer a qué edad el niño preescolar es capaz de adquirir la concepción de diferenciar el bien del mal. Sin embargo, el desarrollo del sentido moral es fruto de varios factores interrelacionados como son los siguientes:

  • desarrollo cognitivo;
  • experiencias afectivas y educativas del infante en su entorno familiar y escolar, especialmente aquellas que provocan cierta reflexión;
  • influencia cultural;
  • rasgos de comportamiento genéticamente condicionados.

Teorías sobre el Desarrollo Moral

Algunos de los científicos y psicólogos anteriormente expuestos también han focalizado parte de sus teorías a formular una explicación ante el desarrollo de un concepto tan abstracto y tan humano como la moralidad.

De forma resumida, los principales planteamientos que han nutrido este ámbito son los siguientes:

  • Teoría del aprendizaje social. Autores cognitivistas como Bandura, o conductistas como Pavlov o Skinner, proponen el desarrollo de la conciencia y del comportamiento moral como un proceso de interiorización. Mediante el condicionamiento, el aprendizaje con el refuerzo de conductas y normas y la observación de los modelos de autoridad que el infante tiene como referente, adquiere un control interno de su conducta.

Página 1 de 10. Teoría Vygotskiana. El psicólogo ruso expone el desarrollo moral como una construcción sociocultural. Por lo tanto, hasta que el infante no llega a la edad escolar, respeta la heteronomía moral, un conjunto de reglas absolutas, inflexibles e inmodificables que son impuestas por el adulto. Con este realismo moral, el niño cree que, si desobedece una regla, debe sufrir un castigo o recibir una justicia inmanente.

  • Teoría psicoanalítica. El máximo exponente psicoanalista, Freud, identifica tres componentes de la personalidad humana que determinan los valores del comportamiento individual ante posibles conflictos diarios. Estos son:
    • Ello. El infante nace con el ello, es decir, la parte de la personalidad continente de impulsos inconscientes que busca constantemente gratificaciones inmediatas. Por este motivo, el bebé se considera amoral y carece de inhibiciones, pues funciona de acuerdo con el principio del placer y quiere todo aquello que le pueda dar satisfacción.
    • Ego. A medida que el infante aprende que otras personas tienen necesidades y que su gratificación a veces tiene que esperar, desarrolla el ego. Es la parte de la personalidad que interactúa racional y conscientemente con el mundo real. El ego media entre los deseos primarios del ello y la inhibición de estos por parte del superego. Es decir, el niño aprende a satisfacer las demandas del ello de forma realista y apropiada. Así, el ego también se ocupa de guiar el curso de los cambios evolutivos que se inician con la maduración física, las presiones, las oportunidades del entorno y los conflictos internos del humano.
    • Superego. Entre los 3 y los 6 años, el preescolar desenvuelve el superego. Es la parte de la personalidad autocrítica y juiciosa que internaliza los valores morales establecidos por los padres y por la sociedad. En este punto, el niño ya ha aceptado la primacía de la realidad sobre el principio del placer. Es decir, el superego funciona como una conciencia que diferencia el bien del mal moral, además de intentar alcanzar la perfección y controlar el ello.
  • Teoría constructivista. Los autores más destacados son Kohlberg y Piaget, aunque el segundo considera la moralidad infantil dentro de su propio contexto. De hecho, Piaget habla sobre cómo la evolución del razonamiento moral se supedita al desarrollo del pensamiento lógico. Es decir, sin muestras del avance cognitivo lógico y coherente, el pensamiento moral tampoco avanza. Por este motivo, incide en cómo el niño interacciona entre iguales y con figuras de autoridad, además de interpretar y juzgar situaciones. En este sentido, Piaget plasma el desarrollo moral mediante la existencia de un camino psicogenético, basado en las siguientes fases:
    • Anomía. Estado de ausencia de reglas, característico en los recién nacidos que desconocen todavía las normas de la sociedad.
    • Heteronomía. Etapa en la que el infante de hasta 7 años comienza su vida social, pues percibe la existencia de reglas y obligaciones sobre aquello que puede realizar. El origen de estas pautas proviene de los adultos, que utilizan formas de control como órdenes, exigencias e imposiciones de castigos o premios para intentar que el infante las cumpla. De este modo, el niño experimenta una moralidad egocéntrica, de obediencia y se subordina a la autoridad de padres, cuidadores y maestros, basándose en el respeto unilateral hacia ellos y en el acatamiento de normas externas a su conciencia. En consecuencia, el niño heteronomo concibe las reglas y evalúa los actos de forma objetiva, de acuerdo con sus consecuencias materiales y sin la intención subjetiva del actuante.
    • Autonomía. Curso en el que una persona adulta o adolescente adquiere reversibilidad, es decir, desarrolla una moralidad independiente. En otras palabras, es consciente de que existe un conjunto de reglas externas para actuar y convivir en sociedad (convenciones sociales), y las reelabora para interiorizarlas. Esta fase presupone una capacidad racional, ya no egocéntrica. Con ella, puede comprender las contradicciones de su pensamiento, comparar sus ideas, derechos y valores con los de otras personas, además de establecer criterios de justicia e igualdad con los que puede oponerse a la autoridad y a las tradiciones sociales, para decidir lo que considera correcto o lo que no.

Sin embargo, no todo sujeto que avanza cronológicamente adelanta sobre estos estadios. Es necesario superar con éxito ciertos obstáculos, como abandonar la posición egocéntrica.

De la Heteronomía a la Autonomía Moral

Los primeros sentimientos morales aparecen durante la etapa preescolar. De hecho, surgen del

Página 2 de 10respeto unilateral que mantiene el infante hacia sus padres, cuidadores y otros adultos, configurando su obediencia y su moral heteronoma.

La heteronomía conduce el preescolar a una estructura sistemática y preoperatoria, desde su punto de vista cognitivo y relacional, hasta su proceso de socialización.

Dicha estructura sistemática remite al realismo moral, con el que el infante entiende que las obligaciones y los valores están determinados por los adultos, independientemente de las intenciones y de las relaciones.

Ante los ojos del niño y su inmadura autonomía física y cognitiva, el poder superior del progenitor o maestro supone un "yo ideal" al que no puede acceder inmediatamente. Así, dichas figuras son referentes de conciencia moral que establecen consignas y el pequeño las acepta para imitarlos.

Por este motivo, los padres son fundamentales en el desarrollo moral del menor, porque desde su nacimiento este percibe constantemente su comportamiento. A medida que el niño crece, el rol de la escuela infantil y el tiempo que pasa en ella, hace que también adquiera importancia en este desarrollo.

De esta forma, hasta alrededor de los 7 años, el infante preescolar identifica la figura adulta y autoritaria con el respeto. Esta consideración se compone simultaneamente de dos aspectos:

  • Afecto . La estima que facilita la identificación con una figura de autoridad y que desemboca en la futura elección del objeto de amor. Por sí solo, el afecto no basta para producir la obligación.
  • Temor. El miedo a la castración o a la pérdida de algo querido o importante que puede derivar en un posible castigo. Por sí solo, el temor no provoca más que una sumisión material.

Ambos llevan al infante a una situación inferior respecto a la superioridad del adulto, porque no sabe que es un acto justo ni por que debe, o no, realizar la acción ordenada. El respeto basta para que obedezca a la ley del padre, es decir, aquellas normas y reglas que se le imponen para evitar el castigo.

En este sentido, es importante que la educación infantil promueva una mínima opresión del adulto, tanto en la escuela como en el hogar. De esta forma, se favorece el progreso intelectual y afectivo y, en consecuencia, la construcción de una personalidad moral autónoma e independiente.

Esta educación se basa en la toma de decisiones y en las relaciones cooperativas, respetuosas

Página 3 de 10y recíprocas, como condiciones ideales para que el preescolar se libere de la sumisión y del respeto unilateral del adulto. Si padres e hijos viven en este ambiente democrático y reflexivo, alcanzarán la autonomía moral.

De forma paralela, el pequeño inicia su descentracion moral a medida que interactúa con sus semejantes y experimenta nuevas formas de intercambio social, proveídas socialmente durante la etapa infantil.

Dicho de otra manera, cuando el niño experimenta la relación de paridad durante la interacción, se involucra en actos de cooperación y reciprocidad que le revelan la existencia de nuevas perspectivas, además de la propia. Conforme va actuando, comprende al otro y adquiere reversibilidad.

Asimismo, conviene subrayar que de la interacción nace un respeto entre iguales, diferente del autoritarismo adulto. Se trata del respeto mutuo o ética , en que todos los niños tienen los mismos derechos y ninguno debe subordinarse al mandato de otro. Con este aprendizaje, se accede a la autonomía moral.

De hecho, el acceso a la moralidad se da en un contexto social, ya que su evolución se equipara con el camino hacia la prosocialidad, que consiste en los actos voluntarios realizados para producir un resultado positivo en otros sin que exista un beneficio inmediato. Y, para ello, es necesaria la empatía y la educación.

Por lo tanto, la ética de la comunidad y de los agentes sociales presentes en la infancia, también estimulan la futura toma de decisiones del niño. Y, como resultado, la etapa infantil alberga mucha responsabilidad por ser el primer paso hacia el sentimiento del "ser digno de ser".

Sexualidad

La sexualidad es un conjunto de manifestaciones fisiológicas, anatómicas, psicológicas, afectivas y sociales que configuran el ser humano.

El concepto de sexo se refiere a las características biológicas que definen a los seres humanos como hombre o mujer. Las diferencias de sexo aluden a las distinciones existentes entre los varones y las hembras, fruto de las influencias biológicas.

La identidad sexual es la percepción individual y la propia conciencia de ser hombre o mujer. Se desarrolla en los primeros años de vida y, generalmente, se establece a los 3 años de edad.

Por norma general, en la mayoría de las sociedades se ha extendido la idea de que la sexualidad se manifiesta a partir de la vida adulta. Por lo que, pese a nacer y vivir con un sexo, el ser humano se considera asexual durante la etapa infantil.

No obstante, es el psicoanálisis, con Freud como punta de lanza, el que plantea que la sexualidad aparece desde el nacimiento y esta se relaciona con diferentes zonas corporales durante las etapas de la infancia. Así, la sexualidad genital madura es el resultado de un desarrollo sexual infantil: la pregenitalidad.

La teoría freudiana basa su sentido en que ciertas zonas corporales están dotadas de una energía que busca el placer, la libido, puesto que proporciona gratificaciones al bebé mediante

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